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¿Por qué Cuba, por qué hoy?

La miseria, la represión y las imposiciones de un régimen populista no son nuevas en Cuba ni ajenas a América Latina. Son el resultado de procesos históricos defectuosos y están plagados de un populismo rancio y obsoleto.

El dolor de los ciudadanos que claman por un cambio de régimen y una re-dignificación de sus derechos no solo es indignante y preocupante, hoy obliga a una reflexión sobre la tendencia regional a generar pobreza, desigualdad y represión como mecanismo de control y de perpetuación en el poder.

La historia de Cuba está llena de matices y procesos intervencionistas; de aspiraciones y decepciones.

Parece que el destino revolucionario delineado por Ernesto Guevara en su diario de aventuras latinoamericanas no fue solo ficción narrativa, sino una escena surrealista que evolucionó hacia una realidad espeluznante falsamente idealizada y perpetuada por diferentes rostros.

En la crisis humanitaria que vive Cuba desde hace décadas, no hay culpables; No es el embargo, ni es el expansionismo estadounidense, mucho menos el neoliberalismo. El factor desencadenante del actual estado de la vida pública y las condiciones socioeconómicas de la isla son las décadas acumuladas de atraso económico, social y político. Es como si la postal hubiera permanecido irremediablemente estática.

Cuba ha estado sumergida en ciclos de atraso que han reducido significativamente el nivel de vida, la distribución del ingreso y el desarrollo de su población. El mito del comunismo glorioso, de la izquierda victoriosa, se traduce hoy en un estado fallido en el que la población no tiene acceso a los servicios que garantizan el ejercicio de los derechos humanos y ciudadanos mínimos.

Desde el lugar 74 (de 194 países) Cuba ofrece a su población un escenario desprovisto de oportunidades de desarrollo: un PIB per cápita de 7.4 euros (9 dólares, 177 pesos mexicanos aproximadamente), una represión constante y un poder exacerbado que ha reinado desde el inicio de la Revolución Cubana de la década de 1950.

Si bien el Maleconazo (1994) fue el primer intento de la sociedad civil cubana de alzar la voz ante la precaria condición que ya era grave para entonces, más de 25 años después de aquel primer intento de reclamar el sentido de Nación, hoy el pandemia ha ampliado las brechas de desigualdad, acentuado la escasez y subrayado los patrones dañinos de los gobiernos populistas que tanto han perjudicado a los ciudadanos cubanos.

Hoy, la afirmación es válida, genuina y totalmente relevante; Con una población de más de once millones de habitantes, Cuba reporta más de cinco mil contagios diarios enmarcados por un sistema público de salud precario, un esquema de vacunación insuficiente y una población que lucha cada día por sobrevivir a un régimen antiguo y retrógrado.