Después de la muerte del comandante de la Fuerza Quds de los Guardianes de la Revolución Iraní (IRGC), el general Qasem Soleimani, el vicepresidente de los Estados Unidos Mike Pence, dijo que Donald Trump tomó «medidas decisivas» para eliminar a un «hombre malvado», responsable de matar a miles de personas.
Pence dijo que Soleimani era un terrorista y que a través de Twitter enumeró algunas de sus «peores atrocidades», incluido un intento de asesinato del embajador saudí en los Estados Unidos con ayuda, no menos, que la de Los Zetas.
El vicepresidente de los Estados Unidos recordó que Soleimani, quien fue asesinado por un ataque con aviones no tripulados cerca del aeropuerto internacional de Bagdad, habría «organizado» en 2011 el asesinato del embajador de Arabia Saudita en Washington, Adel al Jubeir.
En ese año, el periódico español El País explicó la operación que el gobierno de los Estados Unidos denominó «Coalición Roja».
Supuestamente, un enviado iraní (hombre de Soleimani) llamado Mansur Arbabsiar, trató de contactar al grupo criminal ahora extinto de Los Zetas, en busca de personas que pudieran hacer el trabajo. Según el FBI, el hombre ofreció un pago de un millón de euros.
Lo que Arbabsiar no sabía era que en realidad estaba tratando con personal encubierto de la Agencia de Control de Drogas de los Estados Unidos (DEA), en lugar de con narcotraficantes. Incluso, el sujeto había hecho un depósito por adelantado por 10 mil euros, que fueron a las cuentas de la agencia.
The Guardian también publicó en 2011 que Estados Unidos descubrió el complot gracias a agentes encubiertos y, después de acusar a Irán, el país árabe se defendió señalando que el gobierno de Barack Obama había fabricado todo, ya que «eran expertos en eso».
Soleimani nunca respondió a las preguntas sobre la supuesta acción en suelo estadounidense, mucho menos por el presunto contacto que su grupo intentó hacer con los delincuentes de narcotráfico en México.
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